Hace muchos años, en una
galaxia muy lejana, recuerdo que siempre la gente me cagaba a pedos.
Me retaban por no tender la cama, por no haber hecho la tarea, por
mugriento, por hacer chistes escatológicos, por no embocarle al
inodoro cuando meaba y por miles de cosas más. Uno se levantaba cada
mañana y ya sabía que dos o tres veces lo iban a cagar a pedos por
algo.
El tiempo fue pasando y
un día me di cuenta que ya nadie me caga a pedos nunca. Soy un
hombre sin demasiados compromisos y que
en general cumple con sus
obligaciones, entonces nadie se siente con el poder de cagarme a
pedos. Sin embargo, en los últimos años sí hubo 4 mujeres que me
cagaron a pedos, tres por hechos puntuales y una que me caga a pedos
siempre porque es medio satánica.
La Satánica es la hija
de un amigo que cada vez que me ve me caga a pedos por fumar y porque
mis chistes le parecen muy estúpidos. Además, se ríe de mí porque
no tengo novia, entendiendo que esa situación se debe a que soy muy
feo.
Los hechos puntuales
fueron:
a) Gordita que me cagó a
pedos porque me sonó la alarma. Fue en el año 2011, había ido a un
recital un día de semana, y cuando volví después de la una, la
Gordita me esperaba agazapada para cagarme a pedos. Al parecer, la
alarma de mi casa había estado sonando intermitentemente desde el
mediodía hasta esa hora. La Gordita estaba furiosa, pero no había
llamado a la policía para ver si alguien había entrado a mi casa.
Tuve que pedirle disculpas ante un hecho concreto de imposible
solución, y prometerle que intentaría que esto no volviese a
ocurrir revisando bien que todas las ventanas estén cerradas para
que ninguna cortina volviese a activar la alarma.
b) En el año 2012
estacioné el auto por unas horas sin advertir que estaba tapando una
cochera. Al volver, otra Gordita de carácter violento estaba
decidida a facturarme con palabras groseras mi error. Era un día
primaveral que rondaría los 20 grados, sin embargo la Gordita
insistía en que había tenido que dejar a sus hijos al rayo del sol
por no poder entrar su auto, entre otros insultos un poco exagerados.
También tuve que prometerle que un hecho similar no iba a ocurrir
nunca más porque de ahora en más sería más cuidadoso,
especialmente con su garage.
c) Un domingo saqué el
auto de mi cochera (marcha atrás) y por distraído me choqué un
auto que estaba estacionado enfrente. El golpe no fue muy fuerte pero
fue ruidoso. Los visitantes de mi vecinos salieron a la puerta, y al
advertir la situación, la dueña del auto me dijo: “¡Pajero!”
La miré con intriga y le iba a contestar, pero antes de eso mi
cerebro advirtió que la chica tenía razón, tanto literalmente como
no. Así que le pedí disculpas y le dije que era un asunto para las
Compañías de Seguros.
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