Más allá de algunos hombres solteros empedernidos, que prometen amor eterno con el exclusivo objetivo de meterla en cuanto agujero femenino ande dando vueltas por ahí, y de algunas mujeres que, luego de haber salido con varios, afirman estar “mejor solas” (una forma elegante de decir “me emborracho y me acuesto con cualquier gil que me cruzo y si no me hago la paja”), existen en el mundo muchas personas que, deseosas de formar una pareja estable, no logran su objetivo por diversas características de su personalidad. He aquí ocho casos:
1.- Gustavo, El Que Muestra Sus Defectos
Gustavo de Ramos Mejía tiene la teoría que una mujer debe conocer todos sus defectos antes de iniciar una relación formal. Según él, las parejas suelen llevarse mal a partir del momento en que descubren que el otro no era “lo que le habían vendido”. “Desafortunadamente, los seres humanos no venimos con la garantía de Garbarino, y yo quiero que me acepten como soy, con mis defectos y virtudes”, nos cuenta Gustavo, quien suele invitar seguido a interesantes chicas a los restaurantes más costosos de
2.- Carla,
Para Carla de
3.- Emiliana,
Por circunstancias que desconocemos, Emiliana de Pergamino está incapacitada para decir mentiras, y además no le importa herir a las personas con las que habla. Pésima jugadora de Truco, esta empleada de panadería, de tetas operadas, rechaza a diario propuestas de sus clientes con frases tan duras como: “Solo si necesitara un perchero para colgar mis sacos en tu nariz”, “Gordo del orto, te zampás una docena de medialunas a diario, ¿no te das cuenta el asco que me produce tu buzarda?”, “Ni siquiera si te arreglaras la dentadura” o un liso y llano “Me das asco”. Sus constantes rechazos hicieron temer hasta a los hombres más guapos de Pergamino. Hoy Emiliana está pidiendo aumento de sueldo para poder pasarse al plan 4.10 de OSDE, ya que la silicona se le está deformando y no logra ahorrar para bancarse una operación de mantenimiento.
4.- Juan Alberto, El Feo Al Que No Le Importa Rebotar
No muy agraciado en su apariencia física, Juan Alberto de Villa Crespo hace caso omiso a su mirada bizca, sus tupidas cejas, su piel escamosa, sus cuatro verrugas en su mejilla, y su cabeza que no guarda una mínima relación con el resto de su desgarbado cuerpo. Juan Alberto desea en su fuero íntimo establecer una pareja estable con una chica del aspecto de Luli Fernández, por lo que suele concurrir a boliches de la zona y encara exclusivamente a las chicas más apuestas del lugar. Las pocas veces que logra que una chica que no salga corriendo y le dirija la palabra, averigua su dirección y la ametralla con ositos de peluche, bombones, y apasionadas cartas de amor. Sabe que sus gestos no conducen a ningún lado, pero le gusta hacerlo. Desprecia a su vecina, que es una chica normal que simpatiza con Juan Alberto, a la cual nadie le escribe poesías.
5.- Karina,
Desesperada defensora de los derechos de la mujer y el aborto, Karina de Vicente López le miente a todas sus ocasionales parejas, diciendo que toma pastillas anticonceptivas. Sin embargo, decide encamarse en sus días más fértiles, para luego proceder a ejercer su derecho a abortar. Lleva 72 abortos y 72 ex parejas que afirman que es “una loca de mierda”.
6.- Cecilia,
Por extraños aspectos de la genética, la vagina de Cecilia de Lanús no era elástica, aunque solía humedecerse ante la mínima sugestión. Por tal motivo, solo podía hacerlo con hombres de micropene. Sin embargo, al no poder acceder a esa información antes del triqui-triqui, solía dejarlos con la pija al mango en diferentes albergues transitorios de la zona. Distraída, no captó que el sobrenombre del Anguila Romero hacía referencia a su verga, por lo que intentó salir corriendo del telo Al Palo al que concurrieron la noche del 29 de noviembre de 1996, cuando el Anguila, famoso por una poronga que no entra en largo ni en ancho en un vaso de cerveza, se bajó los calzoncillos. Anguila la corrió por los pasillos y, con la pija todavía dura, la mató a pijazos en la cabeza. El caso llegó a
7.- Claudia,
Así como Patricia Perea soñaba con un príncipe que era “un hippie de los años sesenta”, Claudia de Gonzalez Catán sólo podía soñar con un hombre: Roberto “el Gitano Sandro” Sanchez. Imposibilitada de atravesar los muros de la casa de Valentín Alsina, Claudia solía asistir a todos los concursos de imitadores de Sandro, donde entraba en un trance de excitación y practicaba sexo oral a cada uno de los participantes. Se hizo tan famosa en ese ambiente que, en los concursos, hasta el que cuidaba los baños se disfrazaba de Sandro. Los imitadores no la tomaban en serio, y la apodaban Claudia LaChupa, como a una de las primeras grouppies del rock nacional. El día que murió Sandro decidió replantearse su vida pero no pudo.
8.- Atilio, El Higiénico
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