Este post no lo voy a escribir yo, sino que lo voy a robar de otro blog. Trata de una banda relativamente nueva llamada "Miro Y Su Pequeña Orquesta De Juguete". Más allá que estoy escuchando a esta banda (y me gusta bastante, y creo que si la escucho un poco más me va a gustar más todavía), más impresionado que con la banda esto impresionado por el post, robado del blog del Il Corvino.
Este post me da envidia, me hubiese gustado haberlo escrito a mí, porque eso significaría que todavía no soy tan adulto (yo odio a los adultos), que puedo descubrir una banda nueva, que tengo la paciencia para escuchar una banda nueva (con la recompensa de encontrar nuevas emociones) y que tengo el talento para escribirlo de una forma en que el lector atento seguramente deseará escuchar esta banda.
Por eso acá va el robo:
http://ilcorvino.blogspot.com.ar/2014/01/el-post-es-el-mismo.html
lunes, 3 de febrero de 2014
Miro Y Su Pequeña Orquesta De Juguete
“La música es una rueda. Y se va modernizando, a la vez. Es como un
dínamo. Un dínamo tiene cinco contactos, por ejemplo. Cuando giran, van
cambiando. Y la música va rotando como el tiempo, invierno, primavera, verano,
otoño. Entonces en cada punto de contacto, pasa una cosa distinta. La música es
una época. Y cuando va cambiando la época, cambia la música”- Norberto Napolitano,
Expreso Imaginario, Noviembre 1981.
Hola, me gusta mucho una banda de rock y quiero decirlo a los gritos
cual adolescente enamorada que talla un corazón en el árbol de una casa de
verano en Las Toninas. Eso que sucedía tan a menudo poco tiempo atrás y con el
tiempo se convierte en una sensación olvidada. Me refiero a escuchar bandas
nuevas, no a tallar corazones en árboles de Las Toninas (actividad que nunca
hice y probablemente nunca haré a no ser que mi vida sufra una metamorfosis, un
giro inédito, una vuelta imposible y me convierta en una chica de 16 años,
preferiblemente rubia y con trenzas). En fin. Ser adulto es dejar de escuchar bandas
nuevas. Se escuchan bandas nuevas para asociarlas con bandas viejas y tacharlas
del mapa. Se escuchan bandas nuevas para ejercer la ironía y el sarcasmo. Se
escuchan bandas nuevas, en todo caso, para decir "sí, la escuché",
ante la pregunta en una tertulia esnob, cuando en realidad:
-Apenas pasamos los 30 segundos del primer tema.
-Fuimos al quinto para ver si la cosa seguía igual y de hecho seguía
igual.
-Al azar elegimos el tema ocho y adelantamos para saber algo de la
lírica. No entendimos si el compositor era un genio o un tarado, aunque estamos
más seguros de lo segundo que de lo primero.
-Finalmente recalamos en el tema 12 con un tres por ciento de
esperanzas de que nos guste y de hecho no nos gustó.
Y a eso llamamos haber escuchado una banda nueva. Debo decirlo:
ustedes me avergüenzan. En este país, día y noche, hay miles de rockeros
trabajando para nosotros. Sólo buscan alcanzar nuestra identificación, seducir
a nuestras novias y robarnos nuestro dinero para acceder al submundo de las
drogas ilegales y el sexo libre. Incluso a veces leen. Repito: en algunas
ocasiones, los rockeros, con el objeto de llegar a nuestros oídos, toman un
libro y lo leen. Y después hacen un tema y hasta un disco con el nombre del
poeta. ¿Y nosotros cómo respondemos ante esa demostración de respeto? ¡Con
indiferencia, con burlas, con discriminación, con bullying intelectual!
Imaginen 45 años atrás. Un disco nuevo y un amigo con el corte de pelo de una
peluca te pregunta qué te pareció:
-La tapa mucho no me gustó. Un payaso con una sopapa, cualquiera. El
primer tema es lento, la voz da medio puto. Después fui al tercer tema a ver si
levantaba y era cualquiera, había un coro y unas flautas: eso no es rock ni acá
ni en la China. El último tema es malísimo, un tango con una lírica poética así
medio berreta, onda Serrat, ¿viste? Ni da para darle otra oportunidad.
Conclusión: gracias a gente como ustedes, en una realidad paralela
estilo "El jardín de senderos que se bifurcan", Almendra hubiese
naufragado en los Mares del fracaso hasta perderse en el gran Océano del olvido
para luego terminar en el gran Inodoro de la cultura internacional. Spinetta se
hubiese dedicado a dibujar modelos de autos para Mercedes Benz, es decir que
Spinetta hubiese tenido el empleo del hermano de Homero Simpson. Nunca
hubiésemos oído una canción que empieza diciendo "Te hallaré en mí como un
jarrón". Por otro lado nos hubiésemos salvado de los homenajes de Pedro Aznar
a Spinetta, lo que no hubiese estado nada mal, pero en general podríamos hablar
de una enorme injusticia. Y todo culpa de ustedes, por supuesto.
La nueva banda en cuestión no sé si es tan nueva (su primer disco data
del año 2010). La nueva banda en cuestión tiene un nombre raro, de esos largos
y estrafalarios con los que Gustavo Sala hace chistes cambiando las palabras de
lugar: Él mató a un robot bajo el agua. ¿Pero acaso no siempre las bandas de
rock tuvieron nombres raros? Jamás nos pareció raro que una banda tuviese el
siguiente nombre: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Anotación: ser
adulto es comenzar a pensar que las bandas de rock tienen nombres cada vez más
raros.
¿Qué es lo que diferencia a Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete de
todas las bandas nuevas que se amontonan en bandcamp y después pasan a nuestra
carpeta de Descargas sin pena ni gloria, al lado de capítulos de series
horrorosas llamadas Grimm o Revolution? Básicamente el hecho de que
las otras bandas no se pueden escuchar y Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete
es una gran banda. Es un chiste. Casi todo es un chiste. No que Miro sea una
gran banda, sino que las demás no se pueden escuchar. En resumen, sacando lo de
querer ser una rubia con trenzas y que nunca fui una rubia con trenzas, todo es
un chiste.
El último disco de Miro, La
Humanidad, está repleto de pistas falsas que te hacen sentir en un lugar cómodo
y reconocible. Allí están las melodías redondas, la furia de una armónica que
parece soplar contra toda la fuerza del viento, las guitarras como campanadas
de Iglesia a la "No surprises". Pero en ningún momento la música
suena a Beatles, a Radiohead o Dylan. Esas referencias se acoplan al sonido de
Miro como viejos ingredientes caseros en una receta completamente nueva. Miro
se prueba un pantalón tiro alto y en vez de parecer una ñoña que se viste con
la ropa de la tía, es Kate Moss. Y si hay algo que debemos celebrar de esta
banda es que en realidad se trata de un Compositor en busca de la canción
perfecta, esa vieja costumbre que el rock argentino olvidó. Más atento al look.
Enamorado de la idea de letra como mantra. Enamorado de la poética aniñada de
cierta corriente con personas de 40 años que escriben como si tuviesen 13. Con
dos discos y un ep Ramiro García Morete ya dibujó los trazos esenciales de un
imaginario propio, sus canciones siempre cuentan con un plus y se convierten en
la banda de sonido de un placentero laberinto del discurso. El Yo sensible e
irónico, la temática meta rockera, la nostalgia absurda de los que siempre fuimos
viejos, las historias sobre vínculos destrozados. Se nota el talento para
elegir las palabras adecuadas de un vocabulario variado y la habilidad para
jugar con gracia el papel del loser atávico hasta llegar a ese lugar en el que
la cultura rock se confunde con la literatura (en la senda
Dylan-Cohen-Waits-Cave y, por qué no, Andrés Calamaro y Manuel Moretti). Y
"Muchachos", el último tema de su disco anterior (Los Caminos) es una de las mejores
baladas que se compusieron en la Argentina en los últimos 20 años por lo menos.
Escuchen a Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete. Y dibujen un
corazón con el nombre de la banda en algún árbol de una ciudad de la
Costa.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario