viernes, 30 de julio de 2010

"Chuparse" En El Peaje

En 1998 los peajes del “Acceso Oeste” (que ni siquiera se llamaba así porque estaba en construcción) aumentaron de $ 0.60 a $ 1.50. La gente estaba indignadísima, y estaba vez yo me incluía dentro de los quejosos. Pasaba muy seguido en mi Fiat Uno Negro llamada Dolores, siempre escuchando a los Rolling Stones a todo volumen, y me parecía muy injusto un aumento del 150% cuando la autopista ni siquiera estaba terminada. Había marchas y clamor popular, a las cuales yo no concurría por haragán pero apoyaba moralmente.

Una tarde, iba caminando cuando de repente encontré en la vereda un panfleto ENORME en contra del aumento del peaje. Ahí se explicaban todas las irregularidades de ese aumento, y los derechos constitucionales que teníamos los ciudadanos de transitar libremente. Explicaba acerca de la falta de caminos alternativos, de la libertad de circular, y todas las alternativas para pasar sin pagar, las cuales eran “legales”. También decía que no te podían multar por pasar sin pagar, ya que no había ninguna ley que dijese que uno debía pagar si la barrera estaba levantada. Entre los métodos para no pagar, estaban los siguientes:

  1. Decir que no tenés plata. En ese caso debían dejarte pasar. Este me pareció medio pelotudo porque yo mismo soy medio pelotudo y no me gusta hablar con la gente, y menos para llorar que no tengo monedas.

  2. Tocar levemente la barrera con el auto. El panfleto aseguraba que la barrera se levantaba automáticamente ante el mínimo contacto. Este me gustó pero no me dio la confianza necesaria.

  3. “Chuparse” al auto de adelante. Acá se aseguraba que la barrera no bajaba hasta que el auto terminase de pasar, sin importar lo largo que fuese el auto. Así que si uno arrancaba a una distancia de 20 o 30 centímetros del auto de adelante, no había ninguna posibilidad que la barrera bajase y uno pasaba sin pagar “legalmente”.

Decidí adoptar la alternativa 3, sin saber que eso me traería consecuencias inesperadas: me haría adicto a “chuparme” para no pagar el peaje.

Reconozco que la primera vez, y quizás la segunda, estaba un poco nervioso. Pero la maniobra era tan fácil que enseguida le agarré la mano, y ya me resultaba una boludez. Durante dos o tres meses, no pagué el peaje NUNCA, y esperaba que todo el mundo siga mi ejemplo. Se lo contaba a todos porque estaba convencido que nadie debía pagar, y que si todos lo hacíamos la empresa se iba a terminar retirando y las rutas serían verdaderamente libres.

Lo más raro era cuando, de noche, veía que no había nadie en el peaje. Entonces disminuía la velocidad hasta límites ridículos, esperando que alguien venga. Cuando caía alguno me “chupaba” atrás de él. Algunas veces me pasó también que he estado en una especie de “trencito”, donde 3 o 4 autos nos “chupábamos” a la vez. Si cada chupada me daba un micro-orgasmo, eso me daba la sensación de una “orgía de chupadas”.

Disfrutaba tanto haciendo eso que, a veces, cuando estaba aburrido, me iba a dar una vuelta en el auto y pasaba por el peaje con el simple objeto de “chuparme”. No iba a ningún lado en especial, solo quería disfrutar de esa sensación.

También me pasaba que, cuando iba en otro vehículo que no era manejado por mí, me ponía de un mal humor extremo si el conductor pagaba el peaje. Recuerdo que en esa época iba seguido a ver a Boca en una combi de una peña xeneixe lujanera, y cuando el chofer se detenía a pagar el peaje me llenaba de rabia y pensaba en ir a explicarle el método de “chuparse”.

Luego de unos meses, advertí que yo, “el chico sin problemas”, tenía un problema. Además, veía que no mucha gente utilizaba el método, por lo que mi “Revolución del Peaje” empezó a trastabillar. Y encima me pasaron dos cosas muy paradójicas.

  1. Un contador, que asesoraba a la empresa concesionaria, me llamó para que lo ayude a estudiar aspectos referentes a la situación impositiva del cobro del peaje. Yo pensaba: “¡Qué extraño es esto! Estoy asesorando a esta empresa gratuitamente y luego me “chupo” en el peaje por un peso con cincuenta de mierda”.

  2. Conocía a los abogados de la empresa, y si bien no me lo habían dicho personalmente, se corría el rumor que los empleados de cabina de peaje tenían orden de anotar la patente de los vehículos que se “chupaban”, para luego mandar cartas documentos con intimaciones de pago. Mi miedo no fue el dinero que eso podría costarme (ni las 78 cartas documentos), sino la vergüenza que me daría explicarle a esos dos conocidos que yo hacía eso. Pensaba que podía decirles: "Le presté el auto a un amigo" pero ¿78 veces?

Así que un día decidí cortar por lo sano y utilizar el método “cold-turkey” (pavo frío), que es un método que utilizan los drogadictos para dejar la droga y que consiste en cortar para siempre “de un momento para el otro”. Me dije: “De ahora en más me olvido de todo y empiezo a pagar” y eso hice, al principio con un poco de bronca, y luego se me pasó.

Solo lo volví a hacer una sola vez, varios años después, pero a pedido de alguna mina medio loca que me desafió a no pagar.

Hoy que soy un “burgués-con-Teleapeje-que-se-debita-automáticamente-de-su-tarjeta-de-crédito”, cada vez que paso y la barrera se abre automáticamente, como si yo fuera un rey que no tiene que hacer cola, me acuerdo de aquella época. Los tiempos han cambiado, sí, pero por lo menos sigo pasando mientras canto a la par de Mick y escucho las violas de Keith y Ronnie (a veces Mick T. o Brian), el bajo de Bill y batería de Charlie. "Its just that demon life has got you in it's sway".


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