miércoles, 29 de septiembre de 2010

Coger Es Como Escuchar Un Disco


Al igual que algunas mujeres, algunos discos, como por ejemplo Blonde On Blonde, La Hija De La Lágrima o Revolver, nos gustan tanto que, la primera vez que los escuchamos, sabemos que nos gustaría seguir escuchándolos por el resto de nuestras vidas.

Otros discos, como por ejemplo Tales From Topographic Oceans, Aqualung o Los Niños Que Escriben En El Cielo, requieren de varias escuchadas para que nos empiecen a gustar. Escucharlos una sola vez es lo mismo que nada, hay que escucharlos varias veces para empezar a tomarle el gustito. Y luego también serán algunos de nuestros favoritos. Por eso hay que evitar juzgar a una chica por un solo polvo.

Mis discos favoritos son aquellos en los que va rotando mi tema favorito, pasando por todos los temas, hasta volver a que mi favorito sea el primero que me había gustado. Es una situación similar a la de tener distintas posiciones sexuales favoritas y luego volver a la primera.

Uno pretende tener esos discos en original, con la mejor edición posible. Otros discos, no dan para comprarlos y directamente los bajamos de Internet, lo que no quiere decir que no los disfrutemos. Si no están muy buenos, somos capaces de borrarlos del disco rígido, y hasta quizás vaciemos la papelera de reciclaje.

Algunos discos los escuchamos con mucha continuidad durante un tiempo, y luego los olvidamos. Pero suele ocurrir que un día lo encontramos, nos da ganas de escucharlo, y nos vuelve a gustar tanto como antes.

Si tu mujer se parece a The Wall, no la cambies por otra. Quizás otro disco tiene una tapa más linda o un mejor packaging, pero quedate con The Wall porque es muy difícil que encuentres otra mujer de tanta profundidad, creatividad y emoción.

Poco antes de que muera Freddy Mercury, se re-editó la discografía completa de Queen remasterizada y con bonus-tracks. Esos bonus me alegraron tanto como lo que hacen las chicas más buenas, que es soplarte las bolas y la pija treinta segundos después de que acabaste.

Alguna gente gusta de los “discos” de arjona y ricardo montaner. Nunca tuve la desgracia de escuchar un disco entero de esos, pero supongo que la experiencia debe asemejarse a ir a un piringundín mugriento del conurbano bonaerense, donde en una habitación al fondo, con una palangana con agua turbia, te espera una morocha desdentada con las piernas abiertas, en un colchón roído, que te pide que te apures mientras no deja de mascar un sándwich de milanesa. Dicen que solo una persona que estuvo 15 años preso, sin visitas higiénicas, es capaz de escuchar entero un disco de arjona.

Y ahora los dejo porque me tengo que ir a escuchar los simples de los Beatles, en su edición monoaural, que como todos los lectores de este blog saben, están buenísimos.

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