viernes, 24 de septiembre de 2010

El Aflojador


Cuando mis amigos que ahora tienen 38-39 se emborrachaban conmigo todos los fines de semana, lo mejor no era llegar al boliche re-ebrios y encararnos todas las minas. No. Lo mejor era la previa. Recuerdo que siempre decíamos, por ejemplo: “A las 3 nos vamos” pero nunca lo cumplíamos, siempre preferíamos una birra más y seguir con la charla tan interesante. Las previas empezaban tibias y terminaban muy calientes, aunque en esa época no se discutía de política. El alcohol, gran aflojador, hacía salir los aspectos más profundos de cada uno (por ejemplo, un episodio muy importante de la niñez) y uno sentía que conocía mucho más a sus amigos, que la amistad se fortalecía, que esa era una noche especial, y que lo mejor del mundo era estar emborrachándose con los amigos, que el mundo debería ser siempre así.

Recuerdo en especial algunas noches de vacaciones, donde las charlas llegaban al infinito. Recuerdo una donde un amigo contaba cosas y yo estaba mirando la tapa del cd Abbey Road y los Beatles caminaban. A la mañana siguiente, después del boliche, todos nos despertábamos y nos mirábamos y no hacíamos ningún comentario de la noche anterior. La charla continuaba esa misma noche, cuando cada uno ya tenía más de dos litros encima.

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