martes, 30 de agosto de 2011

El Muro



            Los orígenes del disco The Wall de Pink Floyd deben buscarse en la gira de presentación de Animals, la primera gira de Floyd por grandes estadios. En el último concierto, el 6 de Julio de 1977, Roger Waters se obsesionó con un fan bardero que estaba contra la valla, comenzó a mirarlo con asco (lo que hacía que el fan bardeara más) y se acercó para escupirlo en la cara sobre el final del show. Aliviado por terminar, y asqueado por todo lo que esa gira había representado, pensó: “Solo volvería a tocar en vivo si hubiese un muro que me separara del público”. Al instante se dio cuenta que era una buena idea.


            The Wall hubiese sido un disco solista de Roger Waters, si no les hubiese pasado lo mismo que le pasó al 99% de los grupos de rock: ganaron millones pero fueron robados (con guante blanco), y en un momento se dieron cuenta que debían ganar más millones para pagar todo lo que debían. En el caso de Pink Floyd, los asesores les dijeron que debían invertir sus millones porque, de lo contrario, serían succionados por los impuestos. Invirtieron en cadenas de restaurantes, en fábricas de fibras de carbono, en compañías de seguros (en este caso 100% de Pink Floyd) y hasta en importación de monopatines. Misteriosamente todas sus inversiones se fueron al carajo, y los Floyd no tenían nada más que deudas. Hacía falta otro disco que vendiese millones como los anteriores y tuvieron que aceptar el adelanto que Emi les ofrecía por un nuevo disco. La historia de siempre: se comienza en el rock para librarse de las obligaciones y denunciar al sistema, y se termina dándose cuenta que uno está totalmente succionado por el sistema.

            En Julio de 1978, después de mirar el Mundial, Roger Waters apareció de un exilio en su casa de campo de más de un año, con dos obras conceptuales: The Wall y  The Pros And Cons Of Hitch Hiking (que luego Waters terminaría editando como solista en 1986.) Los restantes Pink Floyd eligieron trabajar en The Wall, aunque David Gilmour dijo en un reportaje años después que los demos eran inescuchables y sonaban todos iguales.

            The Wall había sido concebido por Waters como un todo. No solo iba a ser un disco, sino que ya estaba pensando en cómo sería la presentación en vivo, así como también le rondaba la idea de hacer una película. El problema era que, desde 1973, con el éxito rotundo de The Dark Side Of The Moon, Roger Waters se había convertido en una especie de dictador que no aceptaba ninguna idea ni sugerencia. Consideraba al resto de la banda como simples acompañantes. De hecho, cantó casi todas las canciones, aunque Gilmour tiene una voz varias veces más agradable. Sobre el final del disco, decidió rajar a Richard Wright del grupo por su adicción a la cocaína (tomaba demasiado y había perdido el control), aunque no lo anunciaron oficialmente. Le compraron su participación en el grupo, y luego aceptó contratarlo como músico invitado para las presentaciones en vivo, por lo cual se dio la extraña paradoja que Wright fue el único que ganó plata con esos shows (por cobrar un sueldo), que fueron tan caros que les volvieron a ocasionar pérdidas millonarias. En los años anteriores, cada vez que Richard Wright había hablado, Roger le decía que estaba equivocado. Nick Mason tampoco le caía simpático (lo llamaba “el baterista playboy”) y lo reemplazó por otro en varias canciones del disco. Años después, Roger declaró: “En el fondo eran haraganes. No estoy diciendo que yo hiciera todo, Dave contribuyó como arreglador y asesor ocasional. Él es un músico notable y no quiero restar importancia a sus aportes. Pero los otros dos (Rick y Nick) no hicieron ninguno.”

            La historia que Waters contó en The Wall  está basada en su propia autobiografía (en la primer parte) y en la del anterior lider de Pink Floyd, Syd Barrett, el caso más resonante de rockero quemado por el ácido (se murió hace un par de años luego de pasar más de 30 años encerrado en su casa.) Así, se cuenta la historia de una niño llamado Pink que pierde a su padre en la segunda guerra mundial (como Waters) y a partir de este hecho, comienza a formar un muro para autoexiliarse de la sociedad y no mostrar “sentimientos de naturaleza humana”. Cada una de las canciones es un ladrillo en el muro. Así, además de la muerte de su padre, van desfilando la sobreprotección materna, el represivo sistema educativo de Inglaterra en los 50, la espera de los soldados volviendo de la segunda guerra, y ya de grande, ahora inspirado en la vida de Syd Barrett, cuando Pink se convierte en una estrella de rock'n'roll, su matrimonio fallido, las groupies, las drogas, el show business. Finalmente, en su delirio lisérgico, Pink cree ser una especie de dictador nazi en lugar de un rockero, y ya de última se ve sometido a un auto juicio (donde son llamados a declarar los personajes de las canciones anteriores) y se da un veredicto final: derrribar el muro. La idea de contar esta historia tenía que ver con mostrar los sentimientos más profundos, aquellos de los que pocos se atreven a hablar, escarbar hasta lo más profundo del corazón para ver qué aparece. La idea del disco permitía hacerlo, y se alcanzó el objetivo. Durante la grabación, algunos solían decirle a Waters: “No podés decir eso”, a lo que respondía: “Lo siento así, así que tengo que decirlo así”, porque hablaba en capicua.

            La grabación del disco duró más de seis meses, y finalmente Roger autorizó la producción de Bob Ezrin (que fue clave, ya que ordenó las canciones y tuvo varias buenas ideas) y algunas sugerencias de David Gilmour, siempre con el buen gusto más grande del planeta.

            Y si quieren saber más anécdotas sobre la grabación, sobre las canciones (la primera es una autoparodia al “rock de estadios”), sobre los invitados (que incluyeron a Bruce Johnston de los Beach Boys), sobre las presentaciones en vivo, sobre los efectos de sonidos, sobre los mensajes ocultos (hay pistas que, pasadas al revéz, incluyen mensajes que se burlan de los que escuchan los discos al revéz buscando mensajes ocultos), sobre la película (en la cual Waters trabajó obsesionadamente en los tres años siguientes), y sobre el largo juicio que tuvieron años después (donde se le dio el nombre de Pink Floyd a Gilmour pero los derechos de The Wall a Waters), me imagino que debe haber cientos de páginas web que cuenten esas historias. Google saciará tus curiosidades. Y si no debe haber muchos libros también. Yo saqué casi todo esto de uno escrito por Nicholes Schaffner.

 Syd Barret en los 60', cuando era el lider indiscutido de Pink Floyd.

 Syd Barret en el 2001, uno de los pocos días que salió de su casa.

No hay comentarios.: