sábado, 15 de octubre de 2011

Pongan En Mi Epitafio Que Vi A Eric Clapton




Cuando me faltaban 6 días para cumplir 19 años, vi a Eric Clapton por primera vez en mi vida. Cuando me faltaban 5 días para cumplir 30 años, lo vi por segunda vez. Cuando tenía 40 años y 3 días (anoche), lo vi por tercera vez.

En 1990 Eric Clapton era una estrella internacional. Tenía fama por su pasado, ya era un clásico, pero también era una figura vigente. Veíamos sus videosclips en la televisión, porque la compañía discografica lo apoyaba y publicitaba constantemente. No era común asistir a recitales tan importantes, nunca había venido alguien tan mítico (“tocó en el Album Blanco”), y el césped de River estaba lleno de desesperados a los que nos costaba convencernos que ahí estaba Eric Clapton. Conté esa noche en River acá. Eric había estado inspiradísimo, y yo salí loco de alegría.


Pasaron los años y uno se acostumbró a ver shows internacionales de primer nivel, y ya no es fácil que algo nos impacte de esa manera. Eric es ahora un viejo de 66 años. Hace poco escribió una autobiografía con tono pesimista donde cuenta sobre todas las chicas que lo rechazaron y termina diciendo que está medio sordo y que debería retirarse. Quizás por eso fui ayer a River sin demasiada expectiva. Uno siempre intenta que se repitan esos momentos que lo impactaron en la adolescencia (dicen que el paqueros, pobres, se hacen adictos porque siempre están buscando revivir el primero) pero no creía que eso pudiese suceder ayer. Sin embargo sucedió.

Desde el comienzo con Key To The Highway, un viejo blues que había grabado con Derek & The Dominoes, hasta el final con Crossroad, cada momento del recital fue impresionante. Mi rostro fue pasando de una especie de “¿Qué hago acá?” a “Me quiero quedar toda la vida acá escuchando esto”. Cada solo en cada canción fue espectacular, el sonido era glorioso desde donde yo estaba, cada nota de cada solo me llegaba al alma, la piel de gallina iba y venía cada dos o tres minutos, me empecé a llenar de alegría (paradójico con tantos blues) y salí de ahí con una felicidad extrema.

Cada vez que veo algo así, que siento que estoy viviendo un momento maravilloso de la existencia, pienso en cómo sería la reacción de alguien que no tiene idea de nada, que nunca en su vida escuchó a Clapton, y que por alguna razón está ahí en el estadio viendo el recital. Esta vez pude comprobarlo porque cerca mío había familias enteras con chicos que parecían más fans de Justin Bieber que de Clapton, y sin embargo, a medida que el recital iba transcurriendo, parecían tan sorprendidos e impactados como yo. Creo que esos momentos puden cambiarte la vida para siempre, y felicito a sus padres por llevarlos.

Mención especial para la banda. Desde mi recontra-admirado baterista Steve Gadd, pasando por el tecladista y organista, que se lucieron casi tanto como Clapton.

Escuché algunas críticas sobre lo seco que es (casi no habla con el público ni se pone la camiseta de la Selección.) Esto era sabido. Sin embargo, en este tipo de espectáculos, eso no importa, al igual que tampoco importa la lista de temas. La conexión se produce por los sonidos y las emociones, y no por las frivolidades. Creo que B.B.King se puede morir tranquilo: ya hay un reemplazante para que venga seguido a tocar blues y poner la nota justa que llega al corazón y toca las emociones y produce muchos micro-orgasmos. Clapton no será negro pero tiene la chapa suficiente. Ojalá las próximas veces que venga, haga 5 Luna Park antes que un River (no digo porque quiero verlo 5 veces, sino porque ese tipo de conciertos dan más para un estadio cerrado.)

También me impresionó lo lindo que está. Todos los que sabemos que nunca vamos a poder tocar la guitarra como él, deberíamos conformarnos con llegar a los 66 años con esa pinta. Hasta las canas le quedan bien. Quizás sea verdad que estos tipos pactan con Satán, porque se pasan la vida en clínicas de rehabilitación y luego aparecen y están como nuevos. Parece un poco injusto. ¡Y ni hablar de como canta!

Por último, recién leí que Pipo Lernoud escribió: “Eric Clapton o el refinamiento del blues llevado hasta el paroxismo burgués. Lo que empezó en los sesenta cuando los blanquitos de clase media se lo robamos a los negros sufridos y marginados y por un momento pareció continuar siendo una música filosa -Hendrix, Rollings, Grateful Dead, Manal- se convirtió con el éxito en otro producto de la industria del espectáculo marca L.A., como el jazz y la salsa, tambien originalmente negros y marginados.”               Pipo: relajate y disfrutá que no todos los días se puede escuchar a alguien que toque así.



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