miércoles, 19 de febrero de 2014

Cuando Yo Era Un Niño



Cuando yo era un niño, el rock era algo mal visto por las personas adultas. Todas la gente que peor me caía odiaba al rock. Eran personas que podríamos tildar de mirthalegranescas. En esa época Mirtha Legrand ya represantaba los aspectos más frívolos de nuestra sociedad, y mi yo-niño ya odiaba todo ese caretaje.

Cuando yo era un niño todavía no le daba mucha bola al rock, pero presentía que si todos esos viejos chotos odiaban al rock... algo bueno debería haber ahí.


Cuando yo era un niño pensaba que un día me iba a transformar en un adulto careta, en un adulto que cague a pedos a los niños porque hacen ruido, se vista con mucha formalidad y adopte las normas de conducta que en ese momento odiaba. Pensaba que eso era inevitable y ya tenía miedo de convertirme en eso.

Cuando yo era un adolescente, y me empezaron a cautivar las canciones de Charly García, me di cuenta que había ahí algo más que lindas canciones. Charly era un evidente genio musical, pero a la vez era feo, narigón, con bigotes de dos colores y bardero. Por esa época se había bajado los pantalones en dos conciertos (quizás la primera vez que fue tapa de los diarios) y cantaba cosas como “aunque te arregles las gomas nena seguirás siendo rara”, o “ahora no estoy más tranquilo... ¿y por qué tendría que estar? Todos crecimos sin entender y todavía me siento un anormal”. ¿Qué era eso? No la razonaba con estas palabras, pero me daba cuenta que ahí había algo más que buenas canciones, que quizás había otras formas de ser adulto.

El tiempo trajo cambios. Primero llegó la democracia, y tardé muchos años en darme cuenta cómo había mejorado la calidad de vida comparando con vivir en una dictadura. Luego, paulatinamente, empecé a ver que gente con poder en diversos lugares gustaba del rock. Eran “adultos”, pero no de los adultos que yo veía siendo un niño, sino una nueva clase de adultos que había crecido de otra forma, en otra época, con otros valores, leyendo otros libros, sin caer en la forma de ser que yo odiaba.

Ahora me traslado al año 2008, en pleno conflicto del campo. Ahí noté que los adultos (los que yo odiaba cuando era chico) misteriosamente apoyaban “al campo”. Estaba claro que las retenciones eran para el 20% de los exportadores que cosechaban el 80% de la soja, y que al 80% de los pequeños productores (los que cosechaban el 20% del total) les iban a ser compensadas las retenciones. Estaba claro también que era algo necesario para redistribuir el ingreso de una forma más justa. Sin embargo, los “adultos” estaban del lado oscuro, con Darth Vader, apoyando algo que presumo no entendían del todo. Solo su presentimiento de “adulto” les indicaba que tenían que apoyar “al campo”, o quizás simplemente estar en contra de un gobierno que estaba implementando los cambios que odian los derechosos.
El conflicto con los exportadores de soja fue tan grande y tan duro, que todo el país daba por descontado que al kirchnerismo le quedaban pocos días de vida. Miren por youtube cualquier programa político del 2009 si no me creen. Son graciosísimos esos programas y los vaticinios de los políticos más desagradables que tenemos.

Pero llegó el 2011, el 54% para el kirchnerismo, y el día que re-asumió Cristina, había un recital gratuito en la Plaza de Mayo. Cristina esperó a hacer su aparición en la Plaza a que sea el momento musical de Charly García. Dos potencias se juntaban. Charly con el brazalete celeste y blanco. Cristina con la banda presidencial. Entonces le tomó la mano y cantaron el Himno Nacional. Y cuando vi esta foto:



y me acordé de todo lo que había pasado, pensé: “¡Ganamos! Todos los adultos que yo odiaba en mi niñez la tienen adentro. Que la chupen y la sigan chupando”. Y en ese momento me sentí tan contento que decidí retirarme de esa guerra interna que tenía en mi interior. Ya me chuparía un huevo lo que piensen los derechosos, los que odiaban a Charly García, los adultos desagradables. Ya se la habíamos puesto, bien puesta y sin vaselina. Quizás toda mi vida había estado esperando esa foto.

(Y no usé esos términos maradonianos por casualidad. Maradona es otro odiado por los adultos más desagradables.)

Sé que en un futuro volverán. Pero ya me chupan un huevo. Haré lo que pueda para que no vuelvan pero ya no me enojo más contra los adultos que yo odiaba en mi niñez (aunque algunos tienen solo 20 años.) Desde ese día, en el cual yo ya tenía 40 años y dos meses, me convertí en un adulto, pero también me saqué el miedo de convertirme en el tipo de adulto que odiaba cuando yo era un niño.

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