sábado, 26 de abril de 2014

Mi Cuarto Recital de Paul McCartney







Uy, bolú... tengo que contarte mi cuarto recital de Paul McCartney. Fue el martes pasado, en Chile, en un estadio cerrado. Todo sonó espectacular. 40 canciones...

Si buscás en este blog, seguro encontrás de recitales anteriores. Creo haber transferido mi diario íntimo de 1993, el primer recital
que vi. Paul tenía 50 años, yo 22, y pensábamos que nunca más lo íbamos a ver en vivo. Ahora tiene 71 y los recitales son mucho mejores (más largo, más calidad, mejor sonido), que hace 21 años. ¿Qué pasará dentro de 10 años? ¿Tocarán los Beatles con holografrías pero la sensación será mejor que si George y John estuviesen vivos gracias a alguna tecnología tan inimaginable que solo se puede comparar con lo lejos que estamos de la idea de DIOS? (yo creo que todos somos agnósticos porque Dios es imposible de imaginar, entiendo eso como tratar de explicarle el sistema métrico a un bebé de seis meses.)

También recuerdo haber comentado los 2 recitales que vi en el 2010, de esos que te rompían la cabeza y te dejaban con una sensación de plenitud tan inexplicable. Los del 2014 son parecidos, pero un poco más largos y la banda suena aún mejor. ¿Puede ser? Yo lo vi y te digo que sí.

Luego de 30 años de leer miles de libros y revistas y diarios donde se comentan los recitales, entiendo que escribir una crónica tipo periodística no tiene sentido. Los 40 temas que tocó ya los puse en mi entrada anterior. Acá voy a tratar de trasladar, aunque sea en forma mínima, las sensaciones que sentí el martes pasado, quizás otro de los días más felices de mi vida, solo comparable a que de repente me encuentre cogiendo a, por ejemplo, Luisiana Lopilato. Algo así.... (quizás si fuera mejor escritor podría encontrar un ejemplo mejor de la sensación orgásmica que es, para mí, presenciar un recital de Paul McCartney.)

Estuve casi todo el recital a punto de quebrarme, pero me contuve y solo me quebré en una parte. Creo que fue en Ob-La-Di, Ob-La-Da, cuando de repente las pantallas reproducían a la gente. En un momento, mostraron a un padre y un hijo, misma cara, 25 años de diferencia, supongamos 50 y 25 años. De repente, al ver que la cámara los enfocaba, en plena euforia del recital, el hijo decidió agarrar (con sus garras) la cabeza de su papá y estamparle un beso en la mejilla. La pantalla transmitió el momento, el padre asombrándose al verse en la pantalla, y quebrándose por el beso de su hijo (seguro que en la "vida real" nunca le da un beso tan cariñoso.) Enseguida la cámara fue a otras personas. Pero mi lacrimal estalló en ese momento. Mi amigo Leandro, que estaba al lado mío, había llorado como una nenita durante toda la intepretación de The Long And Winding Road. Cualquier persona sensible lo entendería.

¿Qué lleva a una persona a gastar mucha plata en 3 horas de un show de 40 canciones? ¿Por qué no comprarse una campera de cuero que te haga una facha bárbara y te dure varios años? No hay otra explicación que esos momentos, los momentos en que toda una vida admirando a alguien que te alegró tanto haciendo tontas canciones se condensa en un instante. ¿Por qué nos gustan tanto esas canciones? No tengo una respuesta, pero te aseguro que me gustan hasta límites inimaginables. Quizás, después de todos estos años, es porque ya forman parte de uno mismo, como si fueran tus huesos o tu hígado. Voy por la vida acarreando mi cuerpo, con dolor de espalda, disimulando la pelada, con mis éxitos y mis fracasos, y con las canciones que escribió Paul McCartney tan metidas en mi interior que ya son partes de mí. ¿Por qué no me conformo solo con escuchar los discos? No lo sé, cuando escucho los discos también me pongo contento, pero poder ir a un recital, saber que eso todavía está pasando en el 2014, es una sensación que está más allá de las palabras.

Loco, Paul tiene 71 años y baja las escaleras corriendo. Y está 3 horas cantándote, aunque es tan millonario que seguro que no lo hace por la plata. Y toca tan bien. Y hace 50 años que viene haciendo canciones hermosas hermosas hermosas. ¿Son mucho mejores que las de Led Zeppelin o las de Pink Floyd o las de Luis Alberto Spinetta? Ni idea, pero... ¿qué importa?

El recital de Paul McCartney está plagado de golpes bajos. ¿O no? La única explicación que se me ocurre es que los hace porque sabe que uno las necesita. Sabe la importancia de esas canciones, la importancia de verlo ahí, tocándolas, y lo hace. ¿Querés escuchar Being For The Benefit Of Mr.Kite! Ahí la tenés. ¿Son fanático de Wings? A ver si te bancás Listen To What The Man Said? ¿Creés que ya no hace canciones tan buenas? Escuchá el disco New (2013)

No sé que más escribir, bolú... no sé. No quiero que esto parezca una justificación porque "fui a Chile a ver a Paul McCartney y gasté plata y entonces tengo que justificarlo de alguna manera". No es eso. Es la sensación de alegría inmensa intensa orgásmica que se siente en un recital de McCartney, y a la vez la puta sensación de que nunca más se repita algo así. ¿Entendés? Voy a muchos recitales y casi nunca hago mención de ellos en este blog. Me pasan otras cosas íntimas muy copadas pero ni se me ocurre contarlas en un blog. Entiendo que el cerebro (o los sentimientos) reaccionan de forma inexplicable. Quizás un pibe que va a ver a Boca se pone más feliz con un gol que yo con este recital, porque muchas veces he vivido sensaciones parecidas. Solo me resta desear que la vida me sorprenda en el futuro con sensaciones aún mejores que las vividas hasta ahora. Considero que tuve una vida afortunada, plena, llena de momentos emocionantes pero... ¿cuándo se alcanza el pico? Quiero que los cuarenta sean mejores de que los treinta, y que los cincuenta sean mejores, y que cuando sea un viejo de 80 o 90 esté tan flasheado con la vida que recuerde con sorna que en el 2014 vi a Paul McCartney por cuarta vez y eso me parecía tan emocionante, porque todo lo que venga sea más emocionante todavía. Quiero apostar a que todo sea aún mejor. ¿Qué es la vida? Uno se levanta cada mañana a laburar o lo que sea, y tiene momentos buenos y momentos malos (lo mismo le pasa al más pobre que al más rico, al más cool que al más forro), y un día vamos a estar todos enterrados o diseminados nuestras cenizas, y en este momento me importa una mierda si hay vida después de la muerte, lo único que me importa es que tengo 42 años y quiero que la vida me depare las mayores situaciones posibles de plenitud como las que viví el martes pasado, viendo a Paul McCartney por cuarta vez en mi vida.



                                                       



http://cachetazosalcerebro2.blogspot.com.ar/2010/11/comentario-que-parece-exagerado-pero-en.html

2 comentarios:

Esther Minio dijo...

"solo comparable a que de repente me encuentre cogiendo a, por ejemplo, Luisiana Lopilato".
Con eso lo dijiste todo. Fue un 10 entonces el show.

Salvedad al margen: con 10 años de añejamiento encima, Luisana va a ser puro vinagre, y este tipo, para ese entonces, tal vez haya conseguido sintetizar la fórmula de la perfección musical en una canción de tres minutos.

Equiparando, para vos la música de Paul sería como garchar non stop durante décadas a la adolescente perfecta.

FUENTE CONSULTADA: http://1.bp.blogspot.com/-yQxhbyhr0yU/TdDRK_tb4XI/AAAAAAAAPsY/9dhjbW6Tm0Y/s1600/Luisana_Lopilato_wallpapers+(4).jpg

Ale R dijo...

Podría resumirse como que soy muy sensible a la música y muy pajero.