lunes, 9 de febrero de 2015

Piratas De Antes Y Piratas De Ahora



En la época de los piratas, éstos solían obtener grandes riquezas de actividades ilícitas como saquear barcos al grito de “¡Al abordaje!” Supongamos que esas riquezas eran cofres llenos de monedas de oro, que no podían andar acarreando por todas partes. Tampoco tenían nadie de confianza para que guarde sus tesoros. Por eso solían enterrarlos en alguna isla paradisíaca, haciendo un mapa para saber el lugar exacto, por si tenían que volver a buscar más monedas para irse de putas y escabio.

Los piratas actuales no tienen que andar haciendo mapas porque, ya
sabemos, se inventó el “secreto bancario” y pudieron guardar su dinero obtenido de actividades ilícitas (narcotráfico, corrupción, evasión impositiva, etc) en Suiza o en otras guaridas fiscales. Las escusas de los piratas actuales para justificar estas situaciones son muy graciosas.

En 1883, Robert Louis Stevenson publicó un gran libro llamado “La Isla Del Tesoro”, donde un chico, nuestro héroe Jim Hawkins, encontraba el mapa de uno de esos piratas y, junto con otros adultos, decidían ir a buscar el tesoro. Por supuesto, otros piratas también estaban en su búsqueda, y eso generó aventuras espectaculares que alegraron mi niñez (y seguramente me volverían a alegrar si las releyese ahora.)

En 2014, el técnico informático Hervé Falciani entregó a las autoridades de Francia una lista con 106.5000 cuentas secretas del Banco HSBC de Suiza. Presuntamente la mayoría son de algunos de los piratas actuales. La más grande es la de un argentino, pero hay 4.620 cuentas de presuntos piratas argentinos. La AFIP pronto lo averiguará con un simple chequeo: si esas cuentas no están incluídas en la declaración jurada de Bienes Personales, son piratas. Si logran meterlos presos y recuperar el dinero, me alegraré más que lo que me alegraba al leer a Stevenson.


Los piratas de antes daban mucho miedo porque, con tal de obtener tesoros, eran capaces de matar a a la gente. Los piratas de ahora son mucho más dañinos todavía, aunque algunos quizás no agredan a nadie físicamente y, en lugar de irse de putas, vayan a Misa los domingos.

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