miércoles, 21 de julio de 2010

El Destino Del Mundo En Manos De Dos Pelotudos


“Encantado de conocerte

Supongo que sabrás mi nombre

Pero lo que realmente debe desconcertarte

Es la naturaleza de mi juego”

(Mick y Keith, 1968)

La otra noche, en un sueño, se me volvió a aparecer Satanás para decirme: “Es hora que me vuelvas a encontrar”. Me desperté porque en ese mismo momento sonó mi celular. Era mi amigo Claudio para contarme que Satanás se le había aparecido en un sueño. Así que al día siguiente fuimos a comprar dos gallinas vivas, y nos dispusimos a hacer los ritos que corresponden para encontrarnos con el Príncipe de las Tinieblas.

Odiamos esa parte de tener que matar la gallina y bebernos toda su sangre, ya que tanto Claudio como yo somos totalmente ineptos para esa tarea. Las gallinas cacareaban, se ponían como locas, y nosotros fallábamos en nuestros intentos de torcerles el cogote, sin ni siquiera tener la fuerza necesaria para eso. Al final, las terminamos acuchillando (las hijas de puta se siguen moviendo después de muertas) y, con medio partido ganado y la cara manchada, pudimos cortarles los pescuezos y beber toda su asquerosa sangre, con un poco de plumas incluidas. Igual que las otras veces, tuvimos arcadas y vómitos pero finalmente nos la tomamos todita y, ahí sí, apareció Lucifer en el fondo de mi casa.

Para los que no lo conocen, es muy alto y se viste con las mejores pilchas. Debe medir como dos metros y medio. Su sola presencia inspira respeto y miedo. Nos miró fijo, nos dijo que éramos medio pelotudos para matar gallinas, y nos ordenó que salgamos a la calle y matemos una virgen, y que con su sangre pintemos un grafitti, en una pared blanca, que diga: “Dios se la come, el Diablo se la da”. Salimos a cumplir con nuestra misión sin hacer preguntas, previo paso por el baño para lavarnos los dientes, ya que teníamos un horrible aliento a sangre de gallina.

Nos costó mucho encontrar una mujer virgen ya que vivo en un barrio muy promiscuo. Pasó la tetona que atiende en la verdulería de acá a la vuelta, y le preguntamos directamente: “Che, ¿vos sos virgen?” “¿Yo? Tengo más polvos que indio que va último”, nos respondió, orgullosa. Nunca supo que esa respuesta le salvó la vida. Pensamos en matar a una perra, ya que el Diablo nos había dicho que debíamos matar a una virgen, sin aclarar qué tipo, pero los dos tenemos problemas no solo para distinguir si una perra es virgen, sino también para distinguir el sexo de los perros. Pensamos también en la vieja Marotti, aquella vecina que nunca nos devolvía la pelota cuando se nos caía en el fondo de su casa, que seguro que hacía eso porque era virgen. Pero desistimos porque pensamos que quizás solo era malcogida.

En el medio de nuestra indecisión, vimos pasar, volviendo del almacén de la esquina, a una linda rubiecita de aproximadamente 10 años de edad. “¡Es ella!”, nos dijimos al unísono y, cuidando que nadie nos viese, la arrastramos al interior de mi casa, donde procedimos a cortarla en pedacitos, escurriendo toda su sangre en un balde. Sus gritos de dolor y pedidos de piedad no nos amedrentaron, ya que estábamos ansiosos por conocer qué nos tenía preparado Satán como premio por cumplir con la misión asignada. Luego fuimos a la pinturería a comprar pinceles, y al volver ya estaba anocheciendo y nos fuimos a graffitear.

Mientras pintábamos la pared de una casa cercana, sentí una cercanía con Mefistófeles que me llenó de felicidad. De repente, mi espíritu pareció desprenderse de mi cuerpo, y pude visualizarme haciendo todo tipo de actividades que me acercaban a Satán, sintiendo a la vez la satisfacción que las mismas producían. Me vi pateando tachos de basura, escupiendo a un pelado desde la terraza de un edificio, meando en la pileta, tirándome pedos en ascensores, tocando timbre en casas desconocidas para darme a la fuga al instante, apareciendo en páginas Facebook donde aseguraban que abusaba de los animales, tocando culos en los carnavales, haciéndoles creer a mis amigos que el Red-Bull es mejor que el Speed, y votando a Mauricio Macri.

Al terminar de pintar, el mundo parecía haberse paralizado. Satanás apareció nuevamente y, para nuestra sorpresa, también apareció la nena que habíamos matado.

- ¿Así que me la como? – preguntó la nena.

- Por fin llegó el día – dijo Satanás.

- Por fin llegó el día que se definirá este partido – dijo la nena.

- ¿Qué? ¿Esta nena es Dios? – preguntó Claudio.

- Digamos que soy una encarnación de Dios – dijo la nena, o Dios.

- El muy puto nunca muestra la jeta – dijo el Diablo -. Anda por todos lados en formato energía, y a veces, se materializa en cualquier cosa.

- Bueno, dale, Mandinga, explicales a los chicos para que los convocamos – dijo Dios.

- Está escrito que en el año 2010 se producirá el combate entre el Bien y el Mal – explicó Satanás -, en una definición dictada por dos humanos que sean lo suficientemente pelotudos para representar a la humanidad en su conjunto.

- Ah, gracias por lo que nos toca – les dije.

- Ustedes son los elegidos. Deben optar ahora si quieren que la humanidad siga mi camino o el Dios. Ya no hay lugar para los dos. El mundo anduvo para la mierda todos estos años, y debemos decidir si vamos para un lado u otro. No se puede estar en el medio. Si vienen conmigo, convertiré al mundo en un verdadero paraíso, lleno de sustancias que alteren sus sentidos, sexo sin culpa, y música de los Rolling Stones. El puto de Dios, en cambio, quiere hacer un lugar donde todos sean como Flanders, bendigan la mesa, tiendan la cama, se la pasen rezando, no puedan eruptar después de tomar Coca Cola, y se arrodillen sobre maíz.

- No, no, no es así – dijo Dios -. Satán siempre miente. Él quiere convertir al mundo en un lugar lleno de plagas, virus y tormentas, para poder disfrutar mirando ese espectáculo mientras come pochoclos y escucha a Arjona, su creación que más lo enorgullece. Eso de los Stones es pura cháchara. Satán es arjoniano. En cambio, si eliminamos definitivamente la influencia de Satán en la Tierra, yo les ofrezco campos verdes, días soleados, y un mundo de gente que no miente y no se interesa en el dinero.

- ¿Qué pasa cuando llueve, Dios? – le pregunté a la nena con tono inquisidor. - ¿Cómo compramos nuestros paraguas si no estamos interesados en el dinero? ¿Y quién los fabricará?

- Está bien: ¡y paraguas para todos! Ofrezco un mundo de gente buena donde las necesidades básicas estén satisfechas. También habrá papel higiénico suavecito y fácil tratamiento de los deshechos.

- Yo ofrezco joda, promiscuidad, sexo ilimitado y partusa constante. Miren, empiecen ahora – dijo, y chasqueando los dedos, hizo aparecer a Liv Tyler, la hija de Steven Tyler, en pelotas -. Cojánsela si quieren.

- ¡No lo hagan! – dijo Dios -. Eso les traerá depresiones en el futuro. Deberán acudir al Rivotril y luego no podrán salir de sus constantes altibajos, además de pagar altas facturas a sus psiquiatras.

- ¿Podemos deliberar entre nosotros antes de tomar una decisión? – preguntó Claudio.

- ¡Claro que sí! El futuro de la humanidad depende de ustedes, tomensé todo el tiempo que les parezca necesario.

Nos alejamos un poco, pero al pasar cerca de Liv Tyler, no pude evitar acercar mi nariz a su concha, para olerla. El olor que se desprendía era tan apetecible, que un chutazo de placer golpeó mi mente, mientras Claudio me arrastraba de mi brazo para alejarme un poco y que pudiéramos hablar en paz. Su teoría era que teníamos que decidir a favor de Dios, ya que el Diablo se había contradicho varias veces en sus propuestas, y según él, Dios estaba imposibilitado de mentir. Pero yo estaba atontado por el olor de la concha de Liv Tyler, y no podía concentrarme en lo que Claudio me decía, ya que el Diablo había hecho poner a Liv Tyler en la posición perrito, apuntando su culo para mí, mientras me miraba levantando las cejas y pasándole el dedo desde el clítoris hasta el culo a Liv.

- ¿Me estás escuchando, pelotudo? – me gritaba Claudio -. Tenemos que ir con Dios.

Pero yo no podía escucharlo, y empecé a separarme de él para irme con Liv Tyler. Su olor me resultaba imposible de sucumbir. Hubiese vendido literalmente a la misma humanidad por empernarla en ese mismo momento. Claudio me agarró del brazo y me pegó una piña con mucha fuerza en el pecho. Yo le respondí con un cross de derecha, con una fuerza prestada del Diablo, que lo alcanzó en su mejilla, lanzándolo varios metros para atrás. Salí corriendo para el lado de Liv, pero Claudio se recuperó y, corriendo hacia mí, me pegó una patada voladora en la espalda. Sentí que algunas de mis vértebras hacían crack. Caí al piso cerca de Liv, y estiré mi brazo. Con mi dedo índice alcanzaba a acariciarle el dedo gordo del pie. ¡Oh, Liv, qué buen dedo gordo del pie!

- Veo que no van a decirdirse hoy – dijo Dios.- Para este caso está previsto que los tenemos que dejar un año para deliberar. La decisión tiene que ser por unanimidad.

- Pará, pará – dijo el Diablo, dirigiéndose a Claudio -. ¿Qué mina te gusta a vos? Te consigo la que quieras. Tengo a Mary Louise Parker, a Zulemita Menem, a Scarlett Johansson, a Beatriz Salomón, la que vos quieras, flaco. Te las entrego a todas juntas, con moñito y las piernas abiertas.

- ¡No quiero saber nada con vos, Satanás! – gritó Claudio, ya presa de un ataque de nervios.

- Bueno, loco, los dejamos – dijo Dios -. Discutanló tranquilo, pongansé de acuerdo que el año que viene pasamos de nuevo y deciden. El destino de la humanidad está en sus manos.

Y desaparecieron.

Claudio se fue y me dijo que lo piense, que en unos meses pasaba por casa. Yo me arrastré hasta la mía, y pude acostarme en mi cama. Me hice una paja con Liv Tyler. Miré mi casa, toda manchada de sangre y pensé en la forma de convencer a Claudio de ir con Satán para poder cogerme a Liv Tyler y votar a Macri.

CONTINUARÁ


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