sábado, 4 de junio de 2011

La Margarita

La Margarita es un disco muy impresionante y raro de Jaime Roos, editado en 1994, que dura 38 minutos. La historia de cómo fueron concebidas sus letras es I-M-P-E-R-D-I-B-L-E. Cada vez que a Jaime Roos le piden alguno de estas canciones en sus recitales, dice que La Margarita se toca entera o no se toca, ya que no tiene sentido tocar los temas sueltos. Asegura que un día la va a tocar entera. La historia es esta:
 
Había una vez un guerrillero tupamaro llamado Mauricio Rosencof que estaba preso en Uruguay en condiciones horribles. En Uruguay, la dictadura militar había capturado a los nueve líderes de los Tupamarus, con la promesa de ir matándolos si los Tupamarus seguían accionando. Se los conoció
como "Los Nueve Rehenes". Los metieron en celdas subterráneas de cuarteles, aislados, y así los tuvieron más de diez años, hasta el día en que volvió la democracia en 1985. Uno de esos nueve es hoy Presidente de Uruguay, el Pepe Mujica, al que sus asesores tratan de mantener alejado de la prensa ya que siempre dice lo que piensa, y además suele atender a la prensa sin su dentadura postiza, en el rancho donde sigue viviendo. Dice que antes querían cambiar al mundo, y ahora se conforma con asfaltar unas calles. Otro de esos nueve era Mauricio Ronsecof, que hoy es Director de Cultura de Montevideo.



Mauricio Ronsencof en el 2010.

Encerrados en esos calabozos individuales, se pusieron como meta "no enloquecer". Luego de unos años, mediante golpes en la pared (las letras del abecedario divididas en cinco grupos, el primer golpe identificaba al grupo y el segundo el orden dentro del grupo), lograron comunicarse, entablando largas charlas que casi siempre versaban sobre la comida, porque estaban cagados de hambre.
 
Corría 1982, hacía 10 años que estaba preso en esas condiciones, y no pensaba sobrevivir. Tenía acceso a una lapicera pero no a papel, así que decidió escribir su historia de amor adolescente y la tituló “La Margarita”. Como era un hombre de izquierda, la historia obviamente no es cursi (a diferencia de cualquier intento artístico de alguien de derecha (las pocas veces que sienten algo)). Lo más loco de todo, es que escribió la historia de la siguiente manera: (a) En 25 sonetos: los sonetos tiene 14 versos de 11 sílabas cada uno y otras reglas. (b) En papeles de cigarrillos. Sí, esos finitos que se enrollan.
 
Esa fue la forma que encontró para poder sacar esos sonetos de la cárcel, por si él no llegaba a sobrevivir. Al final sobrevivió. Luego, Jaime Roos se encontró con esos sonetos, y, con la autorización de Rosencof, eligió 15 de los 25 para musicalizar, con la calidad a la que nos tiene acostumbrados. Los 15 elegidos de Jaime fueron los siguientes:
 
EL REGRESO (Recitado): este está relatado por el mismo Rosencof, en una especie de introducción a la historia, recordando las primeras veces que veía a Margarita.
 
ENCUENTRO (Canción): este describe la primera vez que la vio y sintió algo.
 
TURBACIÓN (Rock): En este, está con la barra de amigos y ella pasa, provocando que siempre terminen a las trompadas.
 
LA MIRADA (Murga): acá hay un baile y fiesta en una casa del pueblo y ellos se miran.
 
SANDÍA (Canción): acá deben disimular que se miran, mirando las sandías que venden en el baile.
 
INDIFERENCIA (Canción): acá llega alguien al baile (no entiendo bien quién) y él se da cuenta que a Margarita le había gustado “ese coso” y se va al bar y se pone “lacrimoso” pero a la vez se ríe “fuerte para que ella lo oyera.”
 
CONVERSACIÓN (Tango): Acá bailan y hablan por primera vez, aunque ella había ido al baile con la tía (“que en el baile es todo un rango.”)
 
EL BESO (Canción): en este se besan por primera vez, gracias a la complicidad de una amiga, Albita.
 
FAMA (Recitado): Este es otro intermedio (recitado por el autor), donde Margarita advierte que él es parecido a Robert Mitchum, y él tiene un dilema mental por esto. 

LLUVIA (Canción): Acá los agarra la lluvia a la salida del cine.
 
NOCTURNO (Canción): Margarita ya trabaja en una farmacia, y él la pasa a buscar a la salida.
 
GOLONDRINAS (Canción): Acá también van a tomar algo luego del cine, “a hablar del futuro”.
 
MAGA (Vals): Se sientan mirando el mar y Margarita se ilusiona pensando en casarse y todo lo que necesitaba. Él, de acuerdo, quería más a la “Maga” que inventaba las fantasías que a la fantasía misma.
 
OTOÑO (Canción): Acá Margarita tiene un mal presentimiento, se asusta, y comienza a desear “que nunca pase nada” porque “todo esto es tan hermoso”.
 
EN LA ESQUINA (Canción): Una final abierto donde el autor se pregunta por qué volvió a su memoria esta historia de amor.
 

 
EL REGRESO
 
Usaba blusa blanca y pollera tableada
En paño inglés de pleno azul marino
En su pobre roperito lo más fino
Con mocasines nuevos quedaba ni pintada
 
Yo miraba llegar su silueta delgada
Lánguido el brasero, el paso cansino
Y se llenaba de duendes el camino
Y palomas y plantas saludaban al hada
 
Nadie vino a mí con más frescura
Y a nadie aguardé más anhelante
Volverla a aguardar fue la locura
 
Locura guardada a cada instante
Pero hay en su regreso tanta ternura
Que aguardo y aguardo y vuelve palpitante.
 
 
ENCUENTRO
 
La vi una mañana cuando iba al almacén
La calle estaba llena de verano.
Llevaba un vestidito tan liviano
Que el corazón se me fue para la sien.
 
Me sentí en el aire sin sostén
Y un sudor tibio humedició mi mano
Cuando se fue con su pasito tan ufano
Coqueteando la pollera en un vaivén.
 
Fue como si me hubiera dado cita
Desde entonces a esa hora la esperé
Ella, sin hablarme, comprendió mis cuitas
 
Y a veces me miraba con un no sé qué
Me enteré que se llamaba Margarita
Y sin deshojarla supe que la amé.
 
 
TURBACIÓN
 
Cuando la muchachada copaba la esquina
Y ella pasaba rumbo a algún mandado
La barra, respetuosa, se hacía a un lado
Y ella saludaba lo más fina.
 
Era un ley No piropear a una vecina
Además Margarita era un ser alado
Leve el andar, el gesto delicado
Y una voz seriecita y cristalina.
 
Dejaba en el aire tal perturbación
Que nadie hablaba ni con la mirada
Y era tan honda nuestra conmoción
 
Que sin causa para ser provocadas
Cualquier motivo nos daba la ocasión
Para trenzarnos, ahí nomás, a las trompadas.
 
 
LA MIRADA
 
En la esquina solo una era la esquina,
Lucía el barrio con orgullo su tablado
Con colecta, puerta a puerta, levantado
Solo la casa más bacana fue elegida.
 
Sobre el humo de la parrilla colgaba la serpentina
Y el tocadiscos que el Club había prestado
Le daba y le daba al baión delicado.
Y al decir de Margarita era música divina.
 
Allí estaba ella, muy arregladita
Sabiendo que la miraba, no miraba
Y el aire indiferente la hacía más bonita
 
A su lado, en una silla, la tía vigilaba
Pero al irse, y al descuido, me dejó una miradita
Temblorosa de rubor… también ella me amaba.
 
 
SANDÍA
 
Nunca faltaba al tablado Don Ramón
Con su carga de sandías relucientes
Armando el despacho para los clientes
Con dos caballetes y un tablón.
 
Y mientras calaba su fresco pregón
De risueñas picardías inocentes
Comparaba la tajada con labios ardientes
Y guiñaba a la barra entonando la canción:
 
Sandia calada, sandia colorada
Jugosas para las mozas enamoradas”
Y a mí y a Margarita nos cohibía
 
Entonces para que nadie sospechara nada
En vez de cruzar nuestras miradas
Las dirigíamos, sugestivas, a las sandías.
 
 
INDIFERENCIA
 
Llegó de portafolios bajo el brazo
La gente murmuró “Representante”.
Saco blanco de frac, muy elegante,
La cara pintada, de camisa con lazo.
 
El público, respetuoso, le abrió paso
Saludó al tesorero con aire distante
Y cuando, solemne, lo anunció el parlante
Él contaba los pesos por si acaso.
 
A Margarita le encantó ese coso
Así que vi la performance murguera,
Entré al boliche amargado y caviloso
 
Le pedí al Tincho una caña habanera
Que fue lo que me puso lacrimoso
Y me reí fuerte para que ella lo oyera.
 
 
CONVERSACIÓN
 
La encontré en una velada familiar
Matinée bailable del club Cuyutí
Yo era muy disquero y así, cuando la vi,
Saqué un cigarro y empecé a fumar.
 
Ella, impresionada, tuvo que admirar
La cancha de hombre con que recibí
Su endomingada aparición que agradecí
Con la leve seña de “¿Querés bailar?”
 
La tía, que en el baile es todo un rango,
Le pregunta a la nena “¿Dónde vas?”
Pero al verme inofensivo, con aire de guarango
 
Le dice: “Suficiente, andá nomás.”
Entonces le hablé, bailando un tango:
“¿Qué le gusta más? ¿La típica o la jazz?”
 
 
EL BESO
 
Aquel atardecer era el día señalado
Una amiga, Albita, nos iba a acompañar
Caminábamos los tres, sin conversar,
Oscurecía un azul arrebolado.
 
Llegamos al fin al baldío abandonado
Chircas, tártagos, rumos de mar
Y esperamos la noche para consumar
Lo que fue primera nostalgia de enamorado.
 
En la esquina, vigilando se quedó la Albita
Emocionada de audacia, desfalleciente,
La voz precipitada cuando va y nos grita:
 
“Ahora, dale ahora que no hay gente”.
Bajó sus pétalos mi Margarita
Y dejé en sus labios un beso aún latente.
 
 
FAMA
 
Guardaba a Robert Mitchum, tapa cancionera,
Porque decía que se parecía a mí
Y tanto me impresionó que desde allí
Sonreía irónico a su manera
 
En cambio no acepté que me dijera:
“Robert Mitchum, por favor vení.”
Porque si la oían los del  Tuyutí
Me iban a cargar la vida entera.
 
Fue en verano y en la heladería
Estábamos los dos sentados afuera
La barra andaba por ahí, yo la veía.
 
Y en eso se me vienen en hilera
El Tito me alcanza una fotografía
“¿Me la firma?”, dice, y me da la lapicera.
 
 
LLUVIA
 
Aquel atardecer, nos pescó el chaparrón
Comentando el film que acabábamos de ver
Riendo y de la mano echamos a correr
Hasta que anclamos en un viejo portón.
 
La calle desierta, nos dio la sensación
De que solo nosotros veíamos llover
El universo sin pájaros, vacío, por hacer.
Entonces callamos, ya en plena ilusión.
 
La lluvia paró, y volvimos a andar
Los faroles rielaban en la calle mojada
Cuadras y cuadras sin poder hablar
 
La tarde oscurecía desolada
No nos podíamos separar
Fuera de nosotros no existía nada.
 
 
NOCTURNO
 
Crecimos, ella empezó a trabajar
En una farmacia del Cordón
Salía a las siete y en alguna ocasión
Arreglaba mis cosas para irla a buscar.
 
Me pasaba en la vidriera para verla despachar
Menudita y rubia de blanco almidón
Y eran tales sus gracias y mi metejón
Que no había caso y me ponía a fumar.
 
Bajábamos del bondi en la otra parada
Ganando dos cuadras para caminar
Y mirando atentos que nadie viera nada
 
En un racimo de sombra íbamos a ocultar
Que ella se limpiaba la boquita pintada
Que aquello era una de besar y besar.
 
 
GOLONDRINAS
 
Al salir del Metropol íbamos a un bar
Para hablar como mayores del futuro
Era un tema manso, sin apuro,

Y el futuro, enorme, a qué apurar?
 
Allí, dichosos, nos dejábamos estar
Todo era diáfano, fácil, seguro
Cuando ese universo, poético y puro,
Llegaba el mozo: “¿Y qué van a tomar?”
 
Entonces lo mirábamos desde mi lado
Con el desdén de los soñadores
Y con él: “Yo un té”, apenas murmurado
 
Ella volvía a colgar cortina de colores
Y en la pared de un patio sombreado
Golondrinas de yeso y otros primores.
 
 
MAGA
 
Nos sentábamos en las rocas mirando el mar
Embriagados de sol y agua salada
Ella reclinaba en mí su espalda dorada
Y adormilada comenzaba a divagar.
 
Pieza a pieza iba armando el ajuar
Traje de novia, batería esmaltada
Y cuando en su lista no faltaba nada
Suspiraba un: “Ya nos podemos casar”
 
Ese era el final feliz de la poesía
Que con anhelos y vidrieras hizo
Recostando su fresca piel contra la mía
 
Yo quise con ella cuanto quiso.
Pero amé más que a la tierna fantasía
A la maga que la creaba con su hechizo.
 
 
OTOÑO
 
Aquella tarde de otoño era dorada
Árboles y casas tras un tul amarillento
Las copas calmas, el cielo tenue, el sol más lento.
Sus ojos sonreían, estaba enamorada.
 
Caminábamos los dos la hora encantada
En que el farol garúa su primer aliento
Cuando salta a su paso un presentimiento:
“Dios mío”, dice, “¡que nunca pase nada!”.
 
“¿Qué puede pasar? Nada. Nada va a pasar”
“No sé… es que todo esto es tan hermoso”.
Nos besamos con miedo y volvimos a andar
 
Pero tanto silencio se nos hizo penoso.
Entonces eligió hojitas secas para pisar
Y el juego volvió el dorado más luminoso.
 
 
EN LA ESQUINA
 
¿Qué misteriosa brisa de la memoria
Refresca con el tiempo aquel amor?
¿Qué misteriosa brisa del amor
Refresca con el tiempo mi memoria?
 
Y no hay final para esta historia
Tierna, sencilla, de puro candor.
Estuvo y está en pleno verdor,
Viviendo su eternidad transitoria.
 
En el entrevisto atardecer dorado
Y en la hoja otoñal que crepita
En las calles de un barrio añorado
 
Con faroles que encienden la hora de la cita.
Y en esas veredas que camino confiado
Porque sé que en la esquina aguarda Margarita.

***
 
De un reportaje a Jaime Roos del 2003:
 
Pero ahora llegó el momento de volver a las canciones nuevas y de ir cumpliendo viejos sueños.
¿Por ejemplo?
Quiero alguna vez tocar en algún lugar chico y presentar en vivo el material de La Margarita, más canciones escondidas. Mi sueño es poner una pizarra de esas que utilizan los restaurantes para los menúes y escribir con tiza: Atención: hoy no se tocarán los siguientes temas. Y mandar la lista de los éxitos.
¿Qué te pasa con los éxitos?
Nada, son míos. Los quiero y son buenos temas. Que no se malinterprete: no reniego de ninguno. Simplemente sé que hay muchos músicos y un público especializado que está esperando que toque en vivo otras canciones que, por otra parte, yo también tengo muchas ganas de tocar.

*****

En un recital Jaime Roos dijo que te podés bajar La Margarita por internet, porque aparte de estar descatalogado, él no vive de la venta de discos sino de "tocar la guitarrita".


*****



No hay comentarios.: