Hoy escuché a un tipo
decirle a otro: “¿Y? ¿Qué me contás que Moyano se peleó con el
gobierno? Espero que se arme mucho kilombo así se van a la mierda
estos hijos de puta”. Su deseo no me sorprendió. Hace años que
vengo escuchando cosas similares, deseos nacidos del odio hacia el
kirchnerismo. Creo que una parte del 54% se las debemos a ese tipo de
gente, esa gente con capacidad de análisis similar a Susana Gímenez,
que expresa su odio sin fundamento. Esa gente que escribe cartas de
lectores en La Nación. (Hablando de Susana, el lunes fui a su
programa, después lo cuento en otro post.)
En los primeros cinco
días hábiles del nuevo gobierno (el que tiene mayoría en ambas
cámaras), ya se aprobó media sanción de la nueva ley de peón
rural, la penal-tributaria, la que asegura que todos los diarios
puedan acceder al papel (la que Clarín se empecina en llamar “ley
de control de la prensa”), y otras. Todavía quedan 1 año 11 meses
y 3 semanas con mayoría en el Congreso. Creo que el país va a
cambiar bastante. Recuerdo que, muchos años atrás, el poder
legislativo se reunía en las últimas semanas y aprobaban decenas de
leyes, después de no trabajar en todo el año. Lo recuerdo porque en
esa época tenía que leer el Boletín Oficial todos los días, y
esos días lo veía muy gordo y pensaba: “¡Uy! ¿Qué pasó?” El
noventa por ciento de esas leyes eran “declarar de interés
nacional la fiesta de algo” de todos los pueblos del interior. Yo
pensaba: “¡Qué país de mierda!” y no creía en ningún
político, porque además ni siquiera me imaginaba cómo se podía
hacer un país mejor (yo me quejaba de Menem por la corrupción, no
tanto por las políticas de mierda (las que continuó De La Rúa) que
nos destruyeron.) Hasta que...
Llegó Nestor Kirchner.
Lo odié los primeros años por inercia, porque yo odiaba a todos.
Estaba de acuerdo con casi todas las cosas que hacía, pero lo seguía
odiando. Hasta que...
Estalló el conflicto con
los exportadores de soja. A las dos semanas salió una resolución
que compensaba a los pequeños productores (el único error de la 125
original) (o sea que las retenciones móviles solo eran aplicables a
los grandes), y sin embargo el conflicto siguió por meses. Cuando vi
el tipo de gente que se puso contra el gobierno en ese momento (y sus
argumentos en contra del país), me di cuenta que me tenía que hacer
kirchnerista. A la gente como yo nos llaman “los hijos de la 125”
(otros nos llaman “los hijos de puta”). El otro día leí un
artículo que me emocionó sobre eso, acá.
Es muy probable que
Kirchner haya robado, pero lo que no se puede negar es que cambió al
país, sin nunca dejar de hacer fuerza para empujar el carro para el
mismo lado. Sus detractores se dividen en dos: los que quieren que el
carro vaya más rápido (o piensan que en realidad el carro no se
movió) y los que quieren que el carro vaya para el otro lado. Con
los primeros me gusta discutir (y tienen razón en muchas cosas). Con
los segundos ni me gasto. Los segundos, se terminarán alineando con
Macri para las elecciones del 2015, a no ser que surja un nuevo lider
en la oposición que pueda aglutinarlos (quizás alguien del
peronismo diábolico.)
Cristina Kirchner fue la
que escribió, para el discurso de asunción de Néstor, la frase “no
vinimos a dejar nuestras convicciones en la puerta de la Casa
Rosada”. En estos últimos días lo repitió varias veces. Dicen
que, cada vez que Néstor tenía que tranzar con algo, Cristina le
recordaba esa frase.
En estos cuatro años,
Cristina tiene todo preparado para quedar en la historia. No tiene
posibilidad de ser re-electa, así que lo único que queda es seguir
empujando el carro para el mismo lado, para cambiar este país de
manera definitiva. Ya tuvo un mandato tan bueno que fue ratificada
por el 54% (y el segundo fue un socialista)... ¿se imaginan un
segundo mandato todavía mejor? Me parece que es probable porque es
una mujer muy trabajadora y que se ocupa de todos los temas, y que
además ya no tiene nada que perder, salvo su prestigio. ¿Qué otra
cosa puede hacer sino seguir empujando para el mismo lado? (para el
lado que los fachos odian.)
Los próximos meses serán
tranquilos, porque con el 54% hasta los más intolerantes se están
quejando bajito. En marzo-abril, empezarán las grandes críticas y
los intentos de desestabilización. Pero ya estamos acostumbrados, y
confío que el gobierno no se amedrentará y seguirá ratificando el
rumbo.
(En realidad no pienso
esto, sino que Juan Manuel Abal Medina, nuestro futuro presidente en
el 2015, me prometió $ 2000 si escribía un artículo de esta
calaña. Juan Manuel: cumplí. Depositá rápido que me quiero gastar
las dos lucas en putas culonas y drogas baratas.)
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